Muerte de un acróbata

Hay un anuncio ahora en la tele que cada vez que el locutor pronuncia la palabra muerte suena un pitido o hay un silencio (no lo recuerdo bien en este momento) que evita que escuchemos esa palabra. Es como si el diario de un suicida fuese publicado como un documento reservado de la inteligencia americana, con tachones negros cada vez que esa palabra aparece en el texto. Esa palabra. Al fin y al cabo, es solo un anuncio de seguros que promociona pólizas de defunción, igual que en el mercadillo del pueblo el frutero anuncia su mercancía.

Lo cierto es que palpo que en la sociedad actual aún tenemos un serio problema a la hora de pronunciar, decir, escuchar esa palabra: muerte. Todos sabemos que es el final del camino, pero tratamos de evitarla incluso en las conversaciones nimias. Ya sea uno católico ferviente, agnóstico ramplón o ateo acreditado y radical.

El pasado viernes siete de julio, Pedro Aunión moría desgraciadamente al final de su espectáculo de acrobacia aérea durante la celebración del festival MadCool en Madrid. Personalmente no tengo opinión acerca de todo lo que debería haber sucedido después, más allá de: apenarme por el muerto, entender a la familia y amigos, y considerar una investigación como única forma de esclarecer las responsabilidades y dar algo de consuelo a esa familia y a esos amigos para los que Pedro Aunión permanecerá en la zona triste de la memoria el resto de sus vidas.

En cualquier caso, más allá de mi opinión, tan válida como la de los expertos opinadores, expertos a su vez en seguridad y tantas otras cosas, que asaltaron las redes sociales aquella noche y aquellos días, la verbena con la que tratamos de esconder, otra vez, la palabra muerte, sí me ha hecho reflexionar.

<<¿Cómo podéis seguir saltando y bailando tras ver morir a un hombre frente a vosotros?>> Bueno, a no ser que vivas en un búnker alejado de todo lo mundano, aunque no lo creo porque estás opinando en una red social, cada día mueren frente a tus narices miles de personas a través de esa ventana llamada tele o de esa otra llamada internet. Y, oye, tú sigues con tu vida. El problema no es que los que presenciaron su muerte siguieran bailando, el problema está en que la intimidad de su muerte se haya transmitido desde todos los medios de comunicación. ¿Eso era necesario? No es por no ver lo que uno prefiere no ver. Es por esa parte de vulgarización de la muerte para ofrecerla calentita con el único fin de tener más likes y más indignación, ya sea de un color o del contrario (money, clinc, clinc).

<<El festival se tenía que haber suspendido>> No quiero que se me tome como un tipo cruel, lo que quiero es la misma respuesta en todos los casos. Si un obrero muere en una fábrica de automóviles no se para la cadena de producción. Si alguien muere en una oficina, viene la ambulancia y el resto sigue trabajando. Al funeral irán los jefes y el resto seguirán trabajando porque no tienen permiso para ir (en ningún convenio se especifica que uno tenga un día libre por la muerte de un compañero). ¿Es una salvajada? Puede que sí, pero esto sucede todos los días. Es difícil, en cualquier caso, saber dónde está el límite. Si en lugar de Pedro Aunión hubiese muerto en plena actuación Billie Joe Armstrong, ¿se hubiera cancelado el concierto solo o el festival completo? El problema entonces no es que muera un hombre, sino que muera un hombre en primer grado, segundo grado o tercer grado. ¿Y si hubiera muerto un asistente al festival? ¿Y si hubiese muerto yo el año pasado mientras disfrutaba de The Who?

<<Los sindicatos>> Soy afiliado a Comisiones Obreras. Miembro de su sección sindical en la empresa para la que trabajo y a la vez parte del Comité de Empresa de la misma. Y es posible que me echen de todo esto porque me da asco cómo los sindicatos, al igual que las hienas, solo acuden al olor de la sangre. Todos se hacen la foto frente a la puerta del festival una vez ocurrida la tragedia. Casi todos los que solemos asistir a festivales conocemos perfectamente las condiciones laborales de aquellos que nos sirven, ya sean camareros, vendedores de fichas, pipas o músicos. El tema no está en protestar cuando ocurre la tragedia sino en que, si se sabía, como parece que ocurre en este caso, se debería haber hecho un comunicado antes de la celebración del festival y denunciar a la organización en la Inspección de Trabajo. Los sindicatos tenemos (en realidad dentro del sindicato soy como Jonah en Veep, pero sí, bueno, tenemos) las herramientas para evitar esas condiciones y respaldar al trabajador (el trabajador por sí mismo no puede hacer nada), pero inmersos en nuestra burocracia, parecemos nosotros los artistas (el protagonista), no solemos hacer nada hasta que hay posibilidad de afiliar a gente o se derrama la sangre (que en definitiva es el mismo estado temporal). En mi curro pasa igual (y también cuando muere un compañero seguimos trabajando).

He leído que el problema de toda esta cólera está provocado las redes sociales. Y, bueno, he pensado que la muerte está entre nosotros desde el inicio de la vida. Las redes sociales no son el problema, el problema es que ahora sabemos que aquel que baila tu canción favorita a tu lado en el festival es un gilipollas y no un tipo guay que te acompaña en tu forma de vida, y al que echarías de tu existencia si le conocieses más allá de las redes sociales.

La forma en que murió Pedro Aunión es estúpida. Aunque quizá lo más estúpido de todo lo que ha ocurrido seamos el resto, el público. Estos que no queremos pronunciar la palabra muerte pero que sabemos todo sobre la muerte de los demás.

 

Madrid Popfest 2016

Es viernes once de Marzo. Es la una de la tarde y ando jodido en el curro con una faringitis que no me deja hablar. Así que voy al médico del curro y me dice que tengo treinta y ocho de fiebre. Y me receta unas pastillas. Y me dice que me vaya a casa. Y pienso que por la noche tengo el Madrid Popfest. Y mañana también. Al aperitivo. Y por la noche otra vez. Y que tocan Hazte Lapón y Sagrado Corazón De Jesús y Francisco Nixon y Puzzles Y Dragones. Y pienso que si me voy del curro y el médico me da la baja no voy a poder verlos. Porque siempre hay un gilipollas del curro que se mete en tus redes sociales y que el lunes se va al despacho del jefe para decirle: Mira, Estancous estuvo allí con fiebre, y no curró el viernes, y está de baja. Así que aguanto hasta las siete de la tarde. Y salgo y le pido a una compañera que me acerque y recojo a La Loca en Ventas y nos vamos para la Taboo. P1120433Y allí están los colegas y me dice Javi que esto de Los Animalitos Del Bosque es muy gordo, que molan, que hacen un punk crudo y amateur, que son el idealismo, que suenan mal, que gritan, que son punk. Cerdo, porque no he comido nada en todo el día, porque la febrícula me da nauseas. Y me viene el estómago. Y volvemos. Si Madrid Popfest tenía la fama de ser el adalid del underground, con grupos consagrados, sí, en la Clamores, en esta edición en la que ha cambiado de manos se menea el festival hacia el amateurismo, a que llegan los grupos y plantan sus instrumentos y sin sonido lo dan todo.P1120436

Como Los Animalitos Del Bosque. Y pedimos cuatro tercios. Catorce pavos. No es caro, pero jode. Y llegan Hazte Lapón con discazo. Y lo tocan un poco. Y a ella no se le oye nada. Y no es el mejor día de él. Y entre el mejunje sobrevuela como siempre la guitarra de ese que también toca con Alborotador Gomasio.P1120440

¿Dónde está la pegatina del escudo del Atleti? Pero es mi grupo favorito. Y me jode. Así que me espero. Y sale Lolo por la puerta y le pido que me firme ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? de Raymond Carver. Mis relatos. Sus canciones. Y me lo firma. Y Horsebeach suenan muy bien, pero me aburren, así que nos vamos a cenar una piezas italianas en un bar de al lado. Y estoy a treinta y ocho de fiebre. Y como como un cerdo porque no he comido en todo el día, porque la febrícula me da nauseas. Y volvemos. Y Horsebeach suenan muy bien, pero son lánguidos, y no. A Javi, a Nuri_House y La Loca sí, pero a mí no.P1120449

Y mientras Juan De Pablos vuelve a la primera fila del Taboo para ver a Sierra, pedimos otros cuatro tercios. Catorce pavos. Y pido un botellín de agua. Y me dice la camarera que no, que no me vende una mierda de botellín de agua por tres pavos, que si quiero agua para las pastillas que me da un vaso. Y me tomo las pastillas. Y lo cierto es que Sierra es lo mejor de la noche. Hacen pop. Tirando a postpunk. Un poco pose. Posturas. Pero suenan que son una delicia. Y son los que más les molan a Javi y a Nuri_House y a La Loca.P1120453

Vale, lo reconozco, no fue la mejor noche de Hazte Lapón, pese al expresionismo, pese a chuparme el BIC. Pero esto no es una competición, sino una muestra de lo que se mueve y está vivo. El underground. Y hasta ahí. Porque ya taxi y para casa. Y treinta y ocho de fiebre. Y es underground y mañana en El Chico Feo. Y para casa para calditos de pollo y pastis. Y el sábado de El Chico Feo en tu jodida cama, con el jodido Radioestadio para escuchar al Atleti. Y el Atleti gana. Al menos. Después de treinta y ocho grados de febrícula underground.P1120461

 

Joe Crepúsculo en Ochoymedio

Diecinueve de Junio de 2015. El verano estaba a punto de entrometerse en nuestras vidas. Mientras, en el Ochoymedio, Joe Crepúsculo se presentaba en Madrid con su último disco, Nuevos Misterios, que continúa caminando por la senda electrónica de Baile de Magos, sin perder un ápice de sus sonido Crepúsculo, de su gusto por los ritmos latinos, de su elegancia ni de su inteligencia a la hora de plasmar la realidad y los afectos.

Pillé la entrada de a veinte pavos con consumición incluida que además me permitía ver el concierto desde la segunda planta de la sala. Muy VIP el tema pero con poco fuste, porque la verdad está en la pista. Aunque en el fondo resultó una entrada económica, teniendo en cuenta que la birra se dispensaba a cinco pavos el tercio y a siete, una vez terminado el concierto.

Eso, como la música en sí, a la mayor parte de la gente que se concitó entorno al trovador tecno le daba lo mismo. Es cierto que Travel Agent llamaron poco la atención y que Tremenda Trementina, aperitivo ligero antes de la star, sonaron mal, muy mal, y lo que es peor, para muy poco público, pero no sé si es excusa suficiente para que hubiese más indiepijos apurando sus cajetillas de cigars a las puertas del Ochoymedio que dentro de la propia sala. En los corrillos frente al malogrado Mercado de Barceló, los ausentes se atusaban tupés, engolaban las posturas y se perfeccionaban los atuendos a la vez que comentaban, según Twitter (la Biblia del moderneo), la posible presencia de La Bien Querida y de Ariadna, nueva diva del indiepijismo, en el directo de Joe Crepúsculo. Bueno, incluso esto uno se lo podía comentar a la propia Ariadna mientras participaba de esos mismos corrillos, sin dárselas de estrella, pero sintiéndose mirada y admirada en su áurea y su look casual hasta pocos minutos antes de que comenzase la participación del protagonista de la noche.

Joe Crepúsculo y Ariadna
Joe Crepúsculo y Ariadna

La sala sobrepasaba medio aforo y poco más. Y no creo que fuese por el precio de las entradas, de trece a dieciséis pavos sin consumición, sino porque la llamada de Joe Crepúsculo aún, a pesar de su talento, es menuda, al menos en una ciudad como Madrid.

Joe Crepúsculo y Aaron Rux
Joe Crepúsculo y Aaron Rux

Joe Crepúsculo se presentó sobre el escenario del Ochoymedio con nuevo compañero, Aaron Rux. Y, aunque le costó ponerse a tono, Nuevo amanecer sonó vacío, una vez resuelto el problema, luminoso nos sumergió en su rave compleja soltando todo su arsenal compuesto para devolver a la vida a tu vida de mierda, incluso para conseguir que los indiepijos se soltasen y, ya casi al final, se diesen al pogo en el mismo centro de la pista de los bailes.

Las Negris
Las Negris

Y es que mereció la pena disfrutar de una sala pletórica que salta con los brazos al aire durante Soy leyenda. O ver technorumbear a Las Negris Mi fábrica de baile junto a La Bien Querida y los intentos por hacer algo parecido a bailar de Ariadna. O vivir en directo la excitante versión junto a la propia Ariadna del Maricas de Los Punsetes con un público colmado de adrenalina, aunque a buen seguro se convierta en la canción del verano de algún indiepijo.

La Bien Querida
La Bien Querida

Fue un encuentro divertido y disparatado. Y estos no son adjetivos peyorativos. Todo lo contrario. Yo bailé y sudé con su makineta de la buena una coreografía que ahonda en el ser humano y en la relación de este con sus otros y, al fin y al cabo, en sus propios afectos. Y al terminar el concierto pensé: la vida puede ser diferente, y feliz.