Hace años que de lo que se trata es de matar a los ochenta. Más que por imperativo de la moda, por necesidad física y ahogamiento. Tanto se ha ordeñado las ubres de la Movida, que la vaca de la leche milagrosa está ajada y resulta poco productiva en una cultura general que lleva inclinándose al remember noventero desde hace algo más de un par de temporadas. A pesar de ello, aún hay quien osa sumergirse en ese lodazal, como los murcianos Fantasmamidi que, en su primer elepé de título homónimo en Discos de Kirlian, administran la herencia contraída de los ochenta sin la necesidad de despertar una nostalgia cínica, sino anteponiendo su identidad a cualquier otro presupuesto.
El trío está formado por Carmen Espín, que fue integrante de la banda de culto de los noventa Iluminados, Pedro Bayona a los sintes y Borja Martínez que es quien compone y da voz a los diez temas de Fantasmamidi, grabado en los estudios Popgramático de Murcia.
Se agradece en esta compostura pop cierta liturgia de sonido amateur que cuadra más con el espíritu inicial de la Movida que el que puedan irradiar otros trabajos más arreglados, pero menos informales. Fantasmamidi va del pop más natural hacia el Casio más vívido que contrasta a su vez con la voz mortecina y chula de Borja, discordancia que, en Mortal, canción que abre el disco con: “Él va buscando droga”, nos recuerda a otra banda contemporánea con también algunos tintes ochenteros, Los Lagos de Hinault.
En De estrellas y neones surfean en las guitarras y los teclados resultan brillantones, y frente ellos el machaque de la batería electrónica y la antítesis de la voz lánguida y fofa que casi recita el estribillo. La belleza de la langosta es un pop más cotidiano con un bajo que toma protagonismo post-punk. El cirio gigante, en cambio, comienza pizpereta, muy Un Pingüino en mi ascensor, para luego desenredarse en una melodía limpia en la guitarra, mientras los sintes pierden protagonismo y todo se enlaza a través de la chulería y el casticismo vocal de la voz de Borja que ahora nos recuerda al Jaime Urrutia de los Gabinete Caligari.
En general Fantasmamidi es un elepé de contrastes, donde se pueden encontrar guitarras suaves junto a sintes que colorean las melodías de pop ochentero como en Conventos afterhours -una canción sensacional-, y también un punk de inclinación primitiva que recuerda a los Siniestro Total de Germán Coppini. Un juego, al fin y al cabo, de distintos ecos pop que se van acomodando a unas letras minimalistas y moteadas de surrealismo.