Troika

No somos un grupo de chicas, somos un grupo de punk dicen Troika en Etiquetas. Y de esta manera dejan bastante claro, con este temazo, una afirmación que leída hoy debería parecernos hecha hace sesenta años. Pero no es así.

El underground maneja un lenguaje distinto al que se utiliza como algo convencional en la superficie. Un lenguaje que no es moderno, que es contemporáneo; una forma de hacer y decir las cosas que debería poblar los discursos tan manidos de una generación que esperamos algo más de la vida pero que nos hemos conformado con esperarlo detrás de una pantalla. Y Troika son un exponente de esa nueva manera de decir las cosas.

Con su punk bruto, pegan una buena dentellada al stablishment exponiendo una cotidianidad arrolladora envuelta de naturalidad y músculo.

Siete cortes salvajes con delicias como Etiquetas, Atrapada o Periodista enemigo. Y detrás de todo eso una realidad. Troika no es un grupo de chicas, es un grupo punk. Ya lo dicen ellas, y así debería ser.

Ópalo Negro

Nos guste o no, pese al personaje en que se ha convertido, de referencia cultural a icono de la sociedad del escándalo, la influencia del pop electrónico y hedonista de Alaska (Pegamoides, Dinarama o Fangoria) y de sus melodías coloridas y fluorescentes y de sus temas llega hasta nuestros días.

Papa Topo adelantan Ópalo Negro del que será su primer disco largo después de tres años de su anterior Sangre en los zapatos (Mi amor). Y parece que, a pesar de los cambios de formación y otros problemas, se lo han tomado en serio. Si ayer eran popis directamente sacados de la fábrica de La Casa Azul, hoy asientan sus intenciones en melodías ochenteras más gruesas y en una letra ensoñadora, sí, en este caso, pero madura.

El paso de la adolescencia a la edad adulta. Tanto es así que en su arquitectura pop incluso ha cambiado la voz, el tono y el mensaje.

Ópalo Negro (Elefant Records, 2016) saldrá el próximo 17 de junio. Recoge temas anteriores como Sangre en los zapatos (Mi amor) o Meteoritos en Hawaii que en 2013 nos acercaba más a Axolotes Mexicanos que a la propuesta actual. Y ya en el tracklist se intuye que ese será el camino elegido (Lágrimas de Cocodrilo, Atormentada).

Erra

Solletico vuelven a la autoedición en Erra (2016), con el que debutan en largo, y lo hacen con una referencia clara y densa que, por su historia, podría romper en pedazos el trabajo realizado. Esa referencia no es otra que Vainica Doble, de cuyo legado maman y, oh sorpresa, no les quita una mota de sinceridad, sino que además envuelve de trascendencia un disco, como se suele decir, redondo.

En Erra hay una alegría y una efervescencia sin pose que a uno le desnudan de sensibilidad. Como en La primavera (Por fin). Aquí nada es impostado, tejen letras sencillas donde todo se sucede con naturalidad a través de un constante juego de tú a tú con las palabras y sin estridencias, pero sin olvidar la dentellada fina (La aspiradora teutona). Y sí, recuerdan a unas Vainica Doble eléctricas (El entierro de la sardina) y también (Emiliano) a ratos a grupos preconstitucionales como Jarcha, recuperando la tradición.

Solletico, fieles al detalle, confirman su maestría a la hora de manejar la lengua, la española que es tan difícil de adaptar, y el lenguaje oral como seguramente pocos grupos pop saben hacer. Folk, colores, pop y algo de distopía costumbrista. Erra es un jodido discazo.