Mi amigo Rafa opina que ‘hay sitios en los que uno tiene que estar’. Yo suscribo esa misma teoría y no sólo eso, sostengo que es mucho mejor vivirlo a que te lo cuenten. Podéis pensar que aquello de acumular experiencias es un hecho fútil y hueco, pues no en vano el final de todo esto es el mismo para todos, pero creo que uno tiene que ser protagonista de todas aquellas experiencias posibles de la vida, de las buenas y de las malas, mientras deambula por aquí.
Así que mi amigo Rafa y unos cuantos aberraos más nos fuimos al Palacio de Vistalegre de Madrid con el fin de ser protagonistas en un hecho insólito.
Scorpions, una de la bandas hard rock más conocidas por el público en general, petaron por dos días Vistalegre con su Gira de Despedida. Cincuenta años de rock y de las baladas más representativas y escuchadas se subían al escenario frente a un público entregado desde antes de que Klaus Meine y los suyos surgiesen de la oscuridad.
Un concierto para la épica y la memoria, para la nostalgia, para recordar un pasado no tan lejano, cuando aún no teníamos casi todo al alcance de la mano, y del que todos hemos sido partícipes.
Demasiados solos de batería, demasiado postureo senil (me resulta confuso ver a tipos en edad de jubilarse con una actitud tan adolescente), pero al fin y al cabo, hicieron lo que el público esperaba de ellos, sacar hit tras hit sin solución de continuidad. Profesionalidad y visión de juego para el show. Y es que el asunto de la noche no era asistir a una perfecta audición musical, aunque habría que reprocharles a los alemanes que 55€ por estar en el gallinero merecen una acústica más acertada a la que sufrimos, sino ver a un grupo mítico, protagonistas de leyendas como aquel ‘Tokyo Tapes’ del 78, y disfrutar de la banda sonora de una época, en mi caso adolescente, replicando todos los temas a pesar de que a veces sólo se intuyeran.
Tocaron todos los éxitos, comenzando por un fenomenal ‘Send me an Angel’, aquellos que recuerdo adolescente escuchar en mi habitación de un disco pirata grabado por Ángel, el conserje de la casa de mis padres, que tanto influyó en aquellas fechas en mi relación con la música en la actualidad.
Y cerraron la noche de melancolía y huracán encadenando todo lo gordo, lo mejor de la cita, para delirio del respetable: ‘Wind of Changes’, ‘Still loving you’ y ‘Rock you like a hurricane’. Veinte minutos finales que bien valen los 55€ de entrada más los 9€ por mini que aderezaron la velada.