La intensidad de lo natural
‘Ceremonia‘, el último disco de La Bien Querida, es adictivo. Inevitablemente. Mejor o peor que ‘Romancero‘ (2009) o ‘Fiesta‘ (2011), pero sí más personal. Porque aquí se siente la verdad. Cruda. Sin metáforas.
Sinceridad. Simplicidad. Una historia de amor. Nuestras historias de amor, desde ‘Arenas movedizas‘, pasando por la – entiéndase bien, desde la belleza, recuerda a los quince años – pueril, tan sencilla ‘Luna Nueva‘, regodeándose en la ansiedad del enamoramiento, en el rencor, el desamor, ‘Carnaval‘, tú y yo en ‘Pelea‘, ‘Más fuerte que tú‘, hasta desembocar en ‘Mil veces‘. Ahogados. Con el pulso en la garganta. La taquicardia en la boca del estómago.
Oscuridad teñida de coloridas melodías sintetizadas. Cambio en la epidermis. Pero los mismos juegos en la versificación, en las estrofas, tan típicos del flamenco, de la copla (como forma poética), del heptasílabo y el octosílabo.
Eso se llama intensidad.
Y es que Ana Fernández Villaverde hace lo más complicado, quizá a lo que todo artista aspira, expresar fácil, espontáneo, natural, casi inocente, y original a la vez, sin caer en el tópico o la memez, lo tan normal y anodino que hasta a todos sucede.