Dcode Fest 2012 (2)

Con el resacón aplacado gracias a un buen par de yonkilatas fresquitas y a unas cuantas horas de sueño, Blutowski y yo llegamos al Complejo Polideportivo Cantarranas con el tiempo justo para encontrarnos con @Nuri_House algo lejos del escenario mientras los granaínos de Supersubmarina deleitaban a un público joven y entregado con sus canciones…

cricrí… cricrí…cricrí…

Y es que uno no sabe aún cómo calificar el directo de estos chicos. Las calidades en vivo distan mucho de las de sus discos y esto hace que durante toda la actuación sólo te vengan a la cabeza, como una avalancha, las diferencias. Esta vez la excusa fue que no pudieron hacer prueba de sonido, además de las exigencias horarias que, como todos ya sabemos, tiene todo festival. Se me antoja este último un recurso popular de todos aquellos que no quedan satisfechos de sus directos en los festivales. Pero es que el público ya sabemos que el tiempo es reducido, que no es un concierto al uso, así que salid y dadlo todo en esos minutos. No recuerdo cuál fue la excusa de los Supersubmarina en el Arenal Sound 2012, pero aquella vez tampoco me convencieron. Hits como ‘Supersubmarina‘ (quizá uno de los mejores videoclips de los últimos años), ‘Ola de calor‘ o ‘En mis venas‘ (¿esas guitarras no os suenan muy Two Door Cinema Club?) requieren mayores pretensiones y ambición, mejor puesta en escena y quizá más meticulosidad. Desde mi punto de vista: verdes, verdes, verdes aún para las grandes empresas que se les presupone. Quizá sólo falta que se lo crean.

Dejamos The Right Ons de lado después de escuchar un par de temas, no por aversión o antipatía, sino por ser uno de los directos que más hemos presenciado durante este año, y sucumbimos a los pecados de la carne. Nos avituallamos debidamente, minis de cerve en ristre por supuesto. Hicimos nuestras necesidades más íntimas. Y todo ello con el fin de prepararnos con rigor para lo que venía después.

Y de pronto, quienes venían era The Kooks. Y la Señorita Lake, que por supuesto no podía faltar a una nueva sesión de The Kooks + The Killers.

Y es que The Kooks son nuestros! Sí, al igual que The Killers, sentimentalmente los de Brighton (¿os suena de algo?) forman parte de nuestro UNIVERSO más personal. ‘Always where I need to be‘ (ahhggg!!!), ‘Naive‘, ‘She moves in her own way‘, ‘Do you wanna‘, ‘Ooh La‘ (cómo la disfrtumos, saltamos, bailamos, vivimos!), forman parte de una banda sonora muy especial que en directo nos transforma, nos vuelve unos putos locos que creen que forman parte de algo, no sé el qué exactamente, pero de algo fetén. Y cover incluído del ‘Pumped up kicks‘ de los Foster the People! Una locura genial.

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Nos movimos con algunos temas de Capital Cities. ‘Kangaroo Court‘, ‘Safe and Sound‘ y tal. Pero en seguida, de nuevo, debido al efecto diurético de los minis de cerve (quien dice unas cerves, dice unas cañas), hicimos una pequeña escapada campo a través para realizar nuestras más íntimas necesidades fuera del recinto y zonas habilitadas para tal menester. Rápido. Muy rápido. Porque luego venían The Killers.

Y The Killers es nuestro grupo.

O al menos del que suscribe y de unos cuantos más que rondan por abajo o por arriba, como yo, la treintena (generacional que dirían algunos, menuda boutade). Un show, quizá más sobrio que en otras ocasiones (Pepeworld Festival, Palacio de los Deportes), pero efectivo. Directo. Apasionante. Y es que desde el minuto uno, el antaño pipiolo tembloroso Brandon Flowers (mirad esos videos de Glastonbury 2004, qué ricura), se hizo dueño del escenario. ‘Runaways‘ para seguir con un ‘Somebody told me‘ que terminó por encendernos. Y después, temazo tras temazo. Rotundos. Mágicos. Versión incluida del ‘Forever young‘ de Alphaville (Señorita Lake, ¿cómo andan esos vellos como escarpias?). ‘Read my mind‘, ‘Spaceman’, ‘For reasons unknown‘, ‘Bling‘, el cover del ‘Shadowplay‘ de Joy Division (uno de mis favoritos, uh uh uh), ‘Human‘. Para doblarnos con el pelotazo ‘Mr. Brightside‘. Muy on fire! Despegamos! Pequeño descanso y el bis. Terminar encabalgando ‘Jenny was a friend of mine‘ y ‘When you where young’ es una puta bestialidad.

Así que lo tocaron todo. Uno detrás de otro. Y pese a quien pese, no sólo The Killers conforma gran parte de nuestra más íntima O.S.T., sino que además son los putos amos.

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Así que terminamos pedo. Así que hacía rato que @Nuri_House se había marchado. Así que la Señorita Lake, Blutowski y yo seguimos haciendo lo que mejor se nos da: beber y disfrutar. Esta vez en una sesión cósmica a cargo de EME DJ que, además de estar fetén a los platos, fue superior en su relación con el público. Conexión. Un verdadero espectáculo.

Para cuando EME DJ finiquitó su sesión cósmica, Blutowski y yo yo llevábamos ya unos cuantos gintronics encima. Así que tocó retirada.

Como buenos caballeros (siento el matiz machista), acompañamos a la Señorita Lake a casa. Paseamos hasta la glorieta de San Bernardo y, efectivamente, desayunamos en ese referente universal del mañaneo madrileño: el Iberia. Unos buenos dobles de cerve. Unos buenos bocadillos de panceta. Unas buenas croquetazas caseras. Una buena conversación sobre lo divino y lo humano (sobre los viejos rolletes). Y un abrazo. Satisfechos. Exultantes. Dcode 2012, nosotros estuvimos allí! (Bueno, como en tantos otros… Primavera Sound, Día de la Música, Arenal Sound, Sonorama…)

¿Dcode 2013? ¿Hay huevos?

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*Todas las fotos cedidas por @Nuri_House, excepto Estancousqui y Blutowski

Dcode Fest 2012 (1)

Me tomo mi tiempo para escribir las crónicas de los lugares adonde voy. En spainerds no tratamos de ser los primeros. Ni los más originales. Tampoco de realizar un artículo del copón con el fin de destacar. Queremos acercaros unas experiencias personales y esas sensaciones especiales que devienen de ellas de la forma más veraz posible. Y eso supone un gran esfuerzo mental. Al menos para mi.

Resumir la vida en unas líneas resulta un proceso complicado en el que muchas veces uno es incapaz de transmitir esas sensaciones tal y como cree que debe hacerlo. Y es que, mientras vas en el bus al curro, las palabras salen solas con una facilidad y una fluidez asombrosas. Sin embargo, frente a la hoja en blanco, por no sé qué misterio, esas mismas palabras que en tu cabeza formaban frases bien construidas y claras se volatilizan.

Así que voy a hablar de un festival. Con lo que eso supone, claro. Porque un festival tiene millones de momentos. Unos positivos. También otros que no lo son tanto. Circunstancias que te obligan a valorar sin en realidad te mereció la pena gastarte los cuartos, una fortuna hoy día, y casi medio hígado y media vida por asistir a él. Además, con el paso de las horas, esos momentos se van trasformando en una nube de fotografías desenfocadas que convierten la experiencia en algo difícil de describir.

@Nuri_House, S. Blutowski y yo asistimos al Dcode Fest 2012 los días 14 y 15 de Septiembre. Último festival del verano, celebrado en el Complejo Polideportivo Cantarranas, en Madrid, y por el que había expectación. Primero por el cambio de fechas. Y ante todo, por la visita (única en España) de The Killers.

Así que el viernes 14, ataviados con nuestras mejores galas festivaleras y un buen fajo de euros (los precios del bebercio eran abusivos), nos plantamos frente al escenario principal a las seis de la tarde. La actuación corría a cargo de Niños Mutantes. Enésima vez que los veíamos (la última en el Arenal Sound 2012), y lo cierto es que estuvieron igual de geniales que siempre pese a la hora de la siesta y un sol que, de frente, nos freía.  Con el paso de los años, han dejado de ser ese grupo carismático que hacía covers de clásicos patrios, para conformar un grupo sólido, original e incuestionablemente reconocible. Así que disfrutamos mucho del concierto. Y así se lo hicimos saber. ‘Náufragos‘, ‘Errante‘ o ‘Te favorece tanto estar callada‘ fueron los temas que un servidor más disfrutó y, por supuesto, bailoteó.

Sin solución de continuidad, como así sería el resto del evento, pasamos al escenario Heineken para ver a Napoleón Solo. Temas frescos y divertidos, con melodías brillantes. Lo pasé tetapiruleta con ‘Antes de que ocurriera‘ o ‘Ramira‘. Actuación corta, eso sí, de un grupo fetén que, como en el Sonorama Ribera 15, demostraron ambición y unas cualidades que me hacen suponer que seguirán dando guerra. O al menos eso espero.

Y de ahí pasamos a Dorian, formación con la que tengo una tensa relación amor/odio. Durante el concierto desplegaron una pancarta contra la subida del IVA y leyeron un manifiesto en el que además reivindicaron que la cultura, evidentemente, no es un lujo. Pero para entonces los minis de cerveza iban ya haciendo su efecto. Y, despuésde un porro bien aliñado de maría, mis recuerdos se nublan hasta casi la salida a escena de Triángulo de Amor Bizarro.

Con el seso envuelto por una espesa sábana de humo flow, Kings of Convenience estuvieron deliciosos en un horario difícil. El concurso de los de Bergen (Noruega) fue un calco de su participación en el Primavera Sound 2012. Primero la pareja, Erlend Oye y Eirik Glambek, guitarras en mano repasan en acústico algunos de sus éxitos (cómo disfruté con el ‘Toxic girl‘ o con ‘Rule my world‘), para reunir a la banda en los últimos instantes del concierto y dar de esa manera unas pinceladas rock con postureo incluido.

Aun en la nube de maría y con otro mini en la mano, The Shoes y Deus fueron meras anécdotas que no recuerdo. Kimbra resultó algo que aun no acabo de entender, quizá saturado por su dueto con Gotye, que ha martilleado mi cerebro durante todo el puto verano, no supe disfrutar de ella. Y Sigur Rós me parecieron un auténtico truño. Adjetivo que me costará la descalificación intelectual de mis amigos eruditos indie. Pero siendo sincero, sólo el ‘Hoppípolla‘ consiguió levantarme un poco el ánimo, y eso que hacía falta poco para que me pusiese todo on fire tras la ingesta de grandes dosis de alcohol. Así que las casi dos horas se me hicieron días. Como cuando estás sin hacer nada en el curro durante toda la tarde y en los últimos cinco minutos miras veinte veces el reloj que sigue marcando y cincuenta y siete.

Triángulo de Amor Bizarro estuvieron soberbios. Hit tras hit, en un vendaval de suciedad y distorsión que los eleva a the masters of the universe en la categoría del punk patrio.

Y para cuando llegamos a Justice, @Nuri_House ya se había marchado y Blutowski y yo comenzamos a darle al gintronic. Aburridos, estáticos, simples. No discuto que Justice tienen temazos como el ‘D.A.N.C.E.‘ o el ‘Audio, video, disco‘, muy jaleados en los remixes por los acólitos del MDMA y sustancias similares, pero el que suscribe aun es incapaz de empatizar con ellos. Esta vez, a diferencia del Primavera Sound donde a mitad de la sesión decidí pegarme un garbeo, aguanté hasta el final. Pero sólo sirvió para que Blutowski y yo nos apretasemos un par de gintronics más y así marcharnos cocidos. Contentos por la primera parte de la tarde-noche-madrugada (Niños Mutantes, Napoleón Solo, Kings of Convenience y Triángulo de Amor Bizarro), pero con desafección por el resto donde nunca llegamos a entrar.

Parada y fonda en la Cafetería Santander para refrescarnos con unos buenos dobles de cerveza. Visita a un parque para cortar una rosa amarilla que posteriormente fue fotografiada sobre un cubo de basura (adivinen la marca) y enviada vía facebook a un viejo rollete. Y para casa a descansar. En unas horas se sucederían The Kooks y The Killers. Y eso eran palabras mayores.

*Todas las fotos cedidas por @Nuri_House, excepto Cafetería Santander y Flor

Quiéreme si te atreves

¿Capaz o incapaz?

Para ganar este juego se necesita una bonita caja, una bonita amiga… y nada más.

  Corría quizá el año 2005. @Nuri_House y yo volvíamos encontrarnos después de cinco años. En una discoteca. Donde se suceden casi todas las cosas.

  @Nuri_House y yo nos conocimos quizá con diez o doce años. Aunque no empezamos a ser amigos hasta algo más tarde. A mi me gustaba su mejor amiga. Sin embargo, muy pronto, ella, @Nuri_House, y yo comenzamos a tener una amistad… ¿diferente? Sí, diferente podría decir. O especial. Nuestras gomas del pelo, nuestros mensajes en discos flexibles de 3 1/2» que intercambiábamos cada mañana para que nadie se enterase de nuestras conversaciones, nuestras propias bromas y, sí, bueno, nuestros piques, nuestras guerras y apuestas. No como en la peli que ahora me concierne y que ayer revisité por enésima vez. Pero, por qué no, a nuestra forma, luctuosas también. Constantemete nos echábamos el uno al otro de su vida. La última vez por cinco años. Ella salió con varios tipos. Yo con una aspirante a jefa de sección, con una aspirante a fotógrafa, con una aspirante a ‘artista’, con una aspirante a poeta, con una aspirante a… Sí, bueno, con aspirantes….

  2005. @Nuri_House y yo volvíamos a encontrarnos después de cinco años. En una discoteca. Donde se suceden casi todas las cosas.

  Escrita y dirigida en 2003 por Yann Samuell, ‘Quiéreme si te atreves’ (Jeux d’enfants), es una comedia que nos cuenta la historia de Julian Janvier (Guillaume Canet) y Sophie Kowalsky (Marion Cotillard). Él, un crío de clase media y huérfano de madre. Ella una ‘sucia’ inmigrante polaca.

  Todo comienza a los ocho años, en el colegio, cuando Julian y Sophie se hacen amigos y se enrolan en un juego. Un juego que inocentemente utilizan para aliviar su dolor, la desazón de dos niños desprotegidos y solos en una realidad difícil. Mediante un simple enunciado a modo de pregunta, ‘¿capaz o incapaz?’, y una vieja caja de hojalata que representa un tiovivo, el juego se desarrolla a lo largo de la vida de los dos protagonistas y se convierte, con el tiempo, en una feliz locura que obliga a los protagonistas, ya adultos, a situaciones rocambolescas, vergonzantes o sombrías, más propias del cine negro.

  Un juego que realmente encierra la duda de siempre, ¿te atreves a querer(me)?

  Finalmente, la amistad entre Julian y Sophie, además de alimentar nuestra melancolía y detallarnos ciertas características de las relaciones, nos deja una reflexión: ¿Existe el amor? ¿Es una obsesión? ¿O sólo un juego de niños?

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